A la hora de invertir, conviene seguir unas precauciones básicas para no ser víctima de los llamados chiringuitos financieros. Estas sociedades – que no están autorizadas a prestar servicios de inversión – prometen altas rentabilidades a sus clientes. Un reclamo que, según advierte la CNMV en una de sus guías del inversor, no es más que “una tapadera para apropiarse del capital de sus víctimas”. Es decir, no son entidades con poca habilidad para la gestión financiera, sino “sencillamente estafadores”, que “cuando no pueden justificar las pérdidas simplemente desaparecen o cambian de nombre”.
Entre 2006 y 2018, los supervisores europeos advirtieron de la existencia de 4.500 sociedades no autorizadas. Y los afectados por estas firmas son, paradójicamente, quienes más riesgo tienen de volver a ser víctimas de una estafa. Recientemente, la CNMV alertó en un comunicado sobre un nuevo tipo de fraude financiero, realizado por empresas denominadas recovery room, que contactan a las víctimas de chiringuitos financieros para gestionar la recuperación de las pérdidas. Según el supervisor, este engaño “puede provenir del chiringuito financiero que realizó el fraude inicial o de empresas que hayan adquirido las listas de afectados”.
La primera norma para protegerse frente a un chiringuito financiero es adoptar “una actitud proactiva, preguntando por las autorizaciones legales y, por supuesto, comprobándolas”, como bien recuerda Javier Niederleytner, profesor de nuestro Master en Bolsa y Mercados Financieros. En este sentido, la CNMV cuenta con una base de datos con las entidades autorizadas a ofrecer servicios de inversión y un listado de chiringuitos financieros. Sin embargo, el organismo no tiene competencias para supervisar la actividad de las recovery room. Por ello, aporta una serie de recomendaciones con las que protegerse frente a estas sociedades:
- Ser consciente de que pueden volver a intentar que invierta su dinero, o que sus datos se vendan a otras empresas.
- Desconfiar si la empresa contacta con usted sin haberlo solicitado y le piden dinero por adelantado en concepto de pago de impuestos, honorarios o pólizas de seguro como requisito previo para prestar el servicio ofrecido.
- Desconfiar si le contactan en nombre de la CNMV para recuperar las pérdidas sufridas, ya que la CNMV nunca contactará directamente a los afectados, ni autorizará el uso de su imagen o dominio para recuperar pérdidas.
- No responder a ofertas de recompra de acciones o de recuperación de pérdidas sin cerciorarse de que se trata de empresas con referencias positivas o fiables.
Blockchain ¿solución o riesgo?
La tecnología podría ser también la solución a este tipo de delitos. Los expertos creen que innovaciones como el blockchain supondrían un avance para frenar el fraude, ya que esta tecnología es totalmente transparente y permitiría rastrear las operaciones realizadas por los chiringuitos financieros.
En este sentido, José María Viñals, profesor del programa de especialización en Blockchain, afirma con rotundidad que el blockchain es una tecnología “ultrasegura” y explica que dentro de esta tecnología no se produce la estafa, porque es imposible. Sin embargo, matiza que el fraude aún podría producirse “en el producto o la compañía”. O dicho de otro modo, una puerta blindada no puede abrirse con un martillo pero “si estás en un bar y te hacen una copia de la llave, podrán entrar sin problemas”.
Pero la tecnología también puede suponer un riesgo, ya que crea en el usuario una falsa sensación de seguridad. “Hemos pasado de ser unos desconfiados, a ser unos confiados en extremo (…) esa confianza excesiva ha hecho que cuajen estafas que antes no se hacían”, advierte.
Precisamente por ello, Viñals considera que la proactividad es la primera defensa contra el fraude: “el usuario una de las medidas que tiene que tener es que sus datos propios estén a mano, para comprobar que no está pasando nada malo. Si reaccionas de forma inmediata no pasa nada, si pasa ya un tiempo prudencial va a ser difícil resarcirte del daño”.
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