Las grandes lecciones de Daniel Goleman, el padre de la inteligencia emocional

Daniel Goleman es uno de los psicólogos estadounidenses más famosos de los últimos años, y un conferenciante habitual de foros internacionales como el World Business Forum. Este doctor en psicología y periodista de The New York Times saltó a la fama en 1995, tras la publicación de su best seller ‘Inteligencia Emocional’. Aunque este concepto fue introducido por los psicólogos Peter Salovey y John Mayer, fue Goleman quien profundizó en él y lo desarrolló. Por eso, se le considera el padre de la inteligencia emocional.

Actualmente, la inteligencia emocional se aplica en casi todos los campos. Por ejemplo, los departamentos de Recursos Humanos dan cada vez más importancia a las llamadas soft skills. En sus conferencias internacionales, libros y artículos, Goleman defiende que la clave del éxito no reside tanto en el coeficiente intelectual y la aptitud; sino más bien en la empatía y la actitud. Es decir, en la capacidad para concentrarse, esforzarse a diario, aprender de los errores, trabajar en equipo o motivar a los empleados.

Goleman es uno de los pensadores que, durante las últimas décadas, han contribuido a demostrar la importancia de las emociones y la psicología en la toma de decisiones. Otro ejemplo reciente es Richard Thaler, ganador del premio Nobel de Economía de 2017 por su teoría de la Psicología de la Economía. Las emociones juegan un papel importantísimo incluso a la hora de invertir. De hecho, la CNMV dedica una de sus guías para inversores a los sesgos cognitivos y cómo afectan a los mercados.

Estas son algunas de las lecciones que nos ha dejado Daniel Goleman con el paso de los años:

En un sentido muy real tenemos dos mentes, una que piensa y otra que siente.

Las emociones siempre entran en juego en el trabajo y en los negocios, solo que casi nunca les prestamos atención.

La inteligencia emocional no significa solo ‘ser amable’. En ciertos momentos puede exigir no ser amable, sino más bien, enfrentar bruscamente a alguien con una verdad incómoda pero relevante, que han estado evitando.

Tal vez no haya una habilidad psicológica más fundamental que resistir los impulsos.

Da igual lo brillante que sea tu estrategia, es necesario contar con las personas para implementarla.

El coeficiente intelectual no es todo lo que necesitas en la vida: hay que trabajar la inteligencia emocional […] cuanto más alto vayas en una compañía, más importante es la inteligencia emocional.

La inteligencia emocional es imprescindible en la empresa, sobre todo para cumplir objetivos. Los equipos que tienen mucha compenetración comparten el impulso para mejorar el proceso.

Las emociones negativas intensas absorben toda la atención del individuo, obstaculizando cualquier intento de atender a otra cosa.

Muchas personas con CI de 160 trabajan para personas con CI de 100, si los primeros tienen una inteligencia intrapersonal pobre y los segundos una alta.

Las emociones fuera de control pueden hacer que las personas inteligentes se vuelvan estúpidas.

El buen trabajo requiere experiencia, ética, entusiasmo y excelencia.

El liderazgo no es sinónimo de dominación, sino el arte de convencer a la gente de que colabore para alcanzar un objetivo común.

Una de las principales misiones del liderazgo es desplazar la atención hacia donde debe estar enfocada.

Si en las altas esferas hay mal humor, probablemente también lo va a haber en el resto del organigrama.

Una empresa que no valora a sus empleados está condenada a la fuga de talento.

La riqueza de información implica una pérdida de atención. Cada líder necesita recuperar la atención.

La facilidad con que una sociedad desprecia, y hasta sepulta, las visiones discrepantes depende evidentemente del conjunto de lagunas compartidas por sus ciudadanos. No nos damos cuenta de lo que nos desagrada ver y tampoco nos damos cuenta de que no nos damos cuenta

Las personas suelen tratar los problemas colectivos como si fueran la responsabilidad de otros.