Por Ramón Casilda Béjar, profesor del Máster en Relaciones Internacionales.
El mundo económico globalizado ha experimentado grandes transformaciones en las últimas décadas. La crisis financiera de 2008, la pandemia de covid-19 y la invasión rusa de Ucrania han actuado como catalizadores de una “nueva globalización”, caracterizada por conceptos como el friendshoring y el nearshoring. En este contexto, Iberoamérica se presenta como un actor con un potencial significativo, pero ¿estamos realmente ante una oportunidad dorada o ante un espejismo pasajero?
En esta nueva globalización, las empresas buscan cadenas de suministro más seguras, flexibles y resilientes, alejándose de la dependencia excesiva de un solo país, como, por ejemplo, de China, que durante décadas se consolidó como la “fábrica del mundo”. El friendshoring, que implica la recolocación de la producción a países con valores y principios compartidos, y el nearshoring, que busca la producción en países cercanos a los mercados de destino, emergen como estrategias clave para mitigar riesgos y garantizar la continuidad de las operaciones.
Iberoamérica, por su cercanía geográfica a Estados Unidos y su creciente capacidad para producir bienes intermedios de alto valor añadido, se posiciona como un candidato atractivo. México, por ejemplo, ha sabido capitalizar el nearshoring, convirtiéndose en el principal proveedor de Estados Unidos, superando a China. La industria automotriz, la electrónica y otros sectores han encontrado en México un socio estratégico. Costa Rica, por su parte, se perfila como un semillero de la industria de microchips, atrayendo inversiones importantes de empresas tecnológicas que buscan diversificar sus fuentes de suministro y reducir su dependencia de Asia.
Sin embargo, no todo es un camino de rosas para Iberoamérica. La región se enfrenta a desafíos estructurales que podrían limitar su capacidad para aprovechar plenamente estas oportunidades. La desigualdad, la pobreza, el tejido empresarial, la baja productividad y la falta de innovación son obstáculos que deben superarse.
La desigualdad, la pobreza, el tejido empresarial, la baja productividad y la falta de innovación son obstáculos que deben superarse
Además, la inestabilidad política y las políticas proteccionistas de países como Estados Unidos representan riesgos que no deben ignorarse. La imposición de aranceles y otras barreras comerciales podrían revertir los avances logrados y frenar el impulso del nearshoring y el friendshoring. Es crucial que Iberoamérica fortalezca su integración económica regional, diversifique sus socios comerciales y desarrolle una mayor autonomía estratégica para mitigar esos riesgos.
La dependencia de las exportaciones de materias primas, la “lotería de los productos primarios”, sigue siendo una amenaza para muchos países iberoamericanos. Esta dependencia expone a las economías de la región a la volatilidad de los precios internacionales de los commodities, lo que genera inestabilidad económica, dificulta la planificación a largo plazo y limita la capacidad de generar valor agregado. Es fundamental que Iberoamérica acelere su industrialización y modernización productiva para generar empleos de calidad.
En este sentido, la inteligencia artificial se presenta como una herramienta clave para la transformación productiva. La adopción de la IA puede impulsar la productividad, la innovación y la creación de nuevas fuentes de trabajo, permitiendo a Iberoamérica competir en un mercado global cada vez más exigente y dinámico.
En conclusión, la nueva globalización ofrece a Iberoamérica una oportunidad real y significativa para impulsar su desarrollo económico y social. Sin embargo, para que esta oportunidad se materialice plenamente y se convierta en un desarrollo sostenible a largo plazo, es fundamental que la región aborde sus desafíos estructurales, fortalezca su integración económica y se prepare para las posibles turbulencias del escenario geopolítico global. De lo contrario, el espejismo de la prosperidad podría desvanecerse, dejando a Iberoamérica rezagada en la carrera por el desarrollo.
Tribuna publicada en El Confidencial.
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