Ramón Casilda es profesor del IEBEl cambio tecnológico, profundo y de gran escala, al que estamos asistiendo no es ajeno al sector bancario. Las innovaciones tecnológicas han posibilitado la inclusión financiera de la población de rentas bajas o geográficamente dispersas, facilitándoles la realización de pagos e ingresos, la obtención de crédito o el depósito de sus ahorros.Internet y la telefonía móvil son los encargados de hacer posible, con seguridad y rapidez, la prestación de estos servicios donde la banca tradicional no llega. Es el caso de los países emergentes, donde plataformas privadas como por ejemplo M-Pesa, permiten a 18 millones de personas, que suponen casi el 90% de las familias keniatas, realizar envíos de dinero a través de mensajes de texto con móviles de baja gama.Al mismo tiempo, instituciones no bancarias (NBI), como PayPal, AliPay, Dwolla, Square, LevelUP, Venmo, Simple, M-Pesa, LendingClub, Zopa, Lenddo, entre otras, arañan de manera continuada parte del negocio de los bancos, aplicando la estrategia de persona a persona (P2P).Las NBI realizan la “función” de los bancos sin serlo y a bajos costos, aprovechando los espacios libres que les permite la regulación financiera para ofrecer un servicio tradicional de la banca, distribución del crédito. Esto significa que la banca debe reaccionar incorporando estas innovaciones en toda su amplitud y alcance, pero también debe incorporar una nueva cultura hacia los clientes, lo que exige introducir un proceso de formación e información permanente en la relación, lo que conlleva transformar a los clientes en usuarios.Por lo tanto, se hace vital despejar al menos las siguientes cuestiones que afectan la línea de flotación del negocio bancario ¿La función que desempeñan cambiará por la presión de los nuevos competidores financieros? ¿Los bancos como especialistas deben continuar perfeccionando la maquinaria sin cambiar su función, o deben de basarse en la tecnología para cambiar su función? ¿Deben emplear la tecnología para emprender nuevos negocios poniendo en valor la rica información acumulada (big data)?En una palabra, el nuevo modelo de negocio de la “banca moderna” que, sin dudas debe ser más transparente, con más calidad informativa y socialmente más responsable, se traduce en que las entidades deben adaptar su “función” a los vendavales creativos de la innovación.Lo excitante es que esta partida no ha hecho más que comenzar y que todas las entidades tienen mucho que decir y, como en anteriores ocasiones, el sector bancario no desaprovechará esta oportunidad para renovarse y, de paso, recuperar la reputación que en otros tiempos tenía. Para ello, cuenta con los recursos, los medios y el talento.
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