La fortaleza de un dólar débil

Por Alberto Librero, profesor del Master en Bolsa y Mercados Financieros del IEB, y Financial Markets & Structuring en Abanca.

La fuerte apreciación del euro contra el dólar está últimamente en los titulares de prácticamente todos los medios. Tenemos que retroceder hasta 2014 para encontrar un euro/dólar cotizando a los niveles actuales, y lleva desde junio de 2017 rompiendo todas las previsiones.

Esta situación está generando ruido y algún dolor de cabeza en las posiciones propias y en las previsiones de los analistas. Dado que de momento no conocemos a nadie, al menos vivo, capaz de leer el futuro (desconocemos qué papel hubiera hecho Nostradamus como Fx Trader), trataremos de hacer un ejercicio de síntesis y buscar, entre esta zarzuela de datos y opiniones, algo de luz en cuanto a las causas y sus posibles consecuencias.

Según datos del BIS (Bank for International Settlements), el euro, a pesar de su aparente fortaleza, sigue sin representar más del 30% de las transacciones mundiales. Mientras que el dólar sigue siendo considerado, si no valor refugio, la divisa más utilizada en las transacciones globales.

Sumemos a esta paradoja la realidad de que, pese a que los tipos de interés en Estados Unidos están mucho más altos que en Europa (por lo que tendría que seducir a más capitales “viajar” hacia EE. UU.), el dólar no deja de debilitarse.

Una posible explicación de la debilidad del dólar es que la Reserva Federal, a pesar de suspender las compras de activos, iniciar la reducción del balance y haber liderado las tasas a corto plazo, se está quedando rezagada en cuanto a que ha permitido que las condiciones financieras de EE. UU. se relajen manteniendo estable la tasa de fondos federales a más largo plazo.

Podría ser también que el dólar se haya debilitado a medida que el apetito por el riesgo ha aumentado. Si observamos detenidamente los mercados, esto es lo que ocurrió entre 2004 y 2007; y parece que este comportamiento se está replicando actualmente.

Otro argumento, aunque nos parece menos convincente, es el empeño de la administración americana en debilitar el dólar. Las manifestaciones de hace unas semanas del Secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, viendo con agrado la debilidad del billete verde sí es verdad que ayudaron a magnificar el movimiento del euro. Pero desde una perspectiva más amplia podemos ver que la capacidad del gobierno americano en influir en el tipo de cambio es muy limitada. En cualquier caso, los americanos suelen convivir bien con un dólar débil.

Y mientras tanto, ¿qué hacemos los europeos? ¿Y los chinos? Hace un par de semanas Bloomberg informaba de que China estaba revisando sus posiciones “extranjeras” y había recomendado reducir su programa de compra de deuda pública de EE. UU. (1.2 billones de dólares estimado frente a 20 billones de deuda estadounidense). Esto elevó la cotización del euro hasta 1,20 USD en un salto cuántico. Si bien posteriormente las autoridades chinas rectificaron esta información, el dólar ya se estaba deslizando por su particular pendiente.

Asimismo, debemos subrayar cómo el diferencial de intereses euro/dólar es positivo y creciente para Europa, hecho que sí daría sentido a este dólar débil. ¿Ayudará esto a Draghi a ralentizar la retirada del QE? ¿Qué prefiere Europa, contener la inflación o perjudicar sus exportaciones?

De momento, y con permiso de Nostradamus, vemos una palanca para una posible apreciación de la moneda verde si finalmente se eleva el techo de gasto/deuda y se eleva el volumen de emisiones. Esto implicaría retirar un importe significativo de liquidez en el mercado que podría aumentar su demanda; de hecho, Charles Evans (Presidente de la FED en Chicago) no descarta presiones inflacionistas, seguidas de aumento de tipos y, por tanto, el fin de un dólar debilitado.

 

Tribuna publicada en Efe