Volkswagen, Gamestop, Amazon, Tesla… las grandes derrotas de los fondos bajistas

Los grandes fondos bajistas de Wall Street son retratados generalmente como villanos. E incluso han sido combatidos en la gran pantalla por James Bond (Casino Royale, 2006). Su actividad ya fue limitada por los reguladores en 2020. Y su imagen no ha hecho más que empeorar durante este año, tras su histórica derrota en el caso Gamestop. No es difícil comprender por qué se les demoniza: un bajista gana dinero cuando lo pierden el resto de los inversores.

Según Javier Niederleytner, profesor del Máster en Bolsa y Mercados Financieros, los bajistas “acuden a determinados bancos custodios y les piden prestados un número muy elevado de acciones, con el fin de venderlas agresivamente en el mercado. Esto provoca lógicamente bajadas fuertes en las cotizaciones, con un efecto colateral que es inducir el pánico de los pequeños accionistas que salen huyendo ante la brusca bajada”.

“Una vez provocado esto, recompran las acciones mucho más baratas para luego devolverlas; vender caro, para luego recomprar barato. Si además logran contratar opciones o futuros sobre estas acciones, pues mejor que mejor; para ellos claro, porque al accionista minoritario le hunden”, concluye.

Es tentador retratar a los bajistas como una amenaza reciente para los mercados. Sin embargo, las posiciones cortas (invertir a la baja) se remontan al nacimiento de los mercados financieros, e incluso tienen sus defensores, quienes argumentan que ayudan a mejorar la liquidez y contener posibles burbujas. En cualquier caso, GameStop -que ha vuelto a dispararse un 400% en las últimas semanas-, no es ni mucho menos la primera gran derrota de los fondos bajistas. A lo largo de la historia, han existido numerosos ejemplos de inversiones de este tipo que terminaron en catástrofe.

Desde la Compañía de las Indias Orientales o Volkswagen, hasta GameStop, estas son algunas de las grandes derrotas de los fondos e inversores bajistas:

 

La compañía de las Indias Orientales

El primer bajista de la historia trabajaba precisamente en la primera empresa cotizada: la Compañía de las Indias Orientales. Isaac Le Maire, un ex directivo de la firma, decidió vengarse con ayuda de algunos socios, hundiendo el precio de la acción y enriqueciéndose en el proceso. Pero Le Maire actuó de forma inmoral, inventándose rumores que pudieran perjudicar a la compañía, y la dirección sospechó que algo estaba sucediendo. La compañía contraatacó y solicitó la intervención del gobierno holandés, alertándole de “viles prácticas” que podían ser “muy desfavorables para los inversores y, en particular, para las numerosas viudas y huérfanos”.

Finalmente, el Gobierno holandés aprobó una prohibición a las posiciones cortas al descubierto. Sin poder acceder a sus propias acciones, él y sus socios perdieron una fortuna. Le Maire se arruinó y se vio forzado a exiliarse. Tras su muerte, en un pequeño pueblo costero, su lápida resumiría su aventura: “Aquí yace Isaac Le Maire, comerciante durante más de 30 años, bendecido por el Señor, ganó mucho dinero y lo perdió todo”.

 

Piggly Wiggly
En 1916, Clarence Saunders, un emprendedor que procedía de una familia pobre de Virginia Occidental, reunió el capital suficiente para abrir un pequeño supermercado. Este comercio de Tennessee no tardaría en revolucionar el negocio por su novedosa fórmula: permitir que fuera el cliente quien recorriera los pasillos eligiendo qué producto quería comprar. Cuando Piggly Wiggly comenzó a cotizar seis años después en la bolsa de Nueva York, era un imperio con 1.200 establecimientos, entre franquicias y tiendas en propiedad.

Nada parecía capaz de eclipsar el éxito de esta empresa, hasta que, ese mismo año, varias franquicias independientes fueron a la quiebra. Aunque la viabilidad de Piggly Wiggly no estaba en entredicho, el mercado se puso nervioso y varias firmas de inversión como Merrill Lynch abrieron posiciones cortas.

Al conocer la noticia, Saunders decidió ir a la guerra contra Wall Street y pidió un préstamo de 10 millones de dólares para recomprar 100.000 acciones (la mitad de las que estaban en circulación). El 20 de marzo de 1923, el fundador de Piggly Wiggly preparó su trampa. La ley permitía al propietario de una acción prestar sus títulos y solicitar que se los devolvieran en cualquier momento. Y Saunders llevaba meses comprando y prestando acciones. Ese día, solicitó la devolución en 24 horas de 42.000 títulos, que los bajistas se vieron obligados a recomprar a cualquier precio. En cuestión de horas, la cotización de la empresa se disparó desde los 75 hasta los 124 dólares. Esta maniobra provocó pérdidas enormes para los fondos bajistas.

Pero la historia no tuvo final feliz. Saunders debía devolver el préstamo y, para ello, necesitaba que el precio de la acción siguiera subiendo. Al día siguiente, intentó negociar con los bajistas, pero éstos no aceptaron sus condiciones. El 22 de marzo, la Bolsa de Nueva York suspendió la cotización de Piggly Wiggly porque la titularidad de sus acciones estaba demasiado concentrada. Saunders tenía en su poder 100.000 títulos que no podía vender. En agosto, presentó su dimisión como presidente, entregó sus propiedades a los bancos acreedores y, un año más tarde, se declaró en bancarrota.

En apenas cinco meses pasó de ser apodado por la prensa como “El Napoleón de Piggly Wiggly” a “El bobo de Tennessee”.

 

Amazon
Hubo un tiempo en el que Amazon solo vendía libros. Y a comienzos de la década pasada, muchos inversores contrarian llegaron a la conclusión de que este modelo de negocio no tenía futuro. El hecho de que la empresa tuviera una valoración elevada y que nunca presentase grandes beneficios -porque reinvertía sus ingresos para seguir creciendo- no terminaba de convencer a parte del mercado.

Desde entonces, el gigante tecnológico no ha dejado de sufrir presiones bajistas. Las posiciones cortas sobre este valor rondaron de media los 2.000-3.000 millones de dólares entre 2012 y 2015; y llegaron a superar los 5.000 millones en 2016. Sin embargo, aunque el valor ha tenido sus altibajos, la gran caída que esperaban los bajistas aún no se ha producido. Al contrario, en este tiempo Amazon ha protagonizado uno de los rallies alcistas más espectaculares de Wall Street, pasando de los 50 dólares en enero de 2009 a los cerca de 3.000 en los que cotiza en la actualidad.

 

Herbalife

Bill Ackman es considerado uno de los grandes inversores de Wall Street y es célebre por su instinto inversor. Pero este instinto le falló en 2012, cuando decidió 1.000 millones de dólares en contra de Herbalife. Ackman consideraba que esta empresa era, en el fondo, un gran fraude piramidal, ya que “los participantes en el esquema de Herbalife, los distribuidores, obtienen sus beneficios monetarios principalmente del reclutamiento en lugar de la venta de bienes y servicios al consumidor”.

Todo apuntaba a que éste iba a ser otro de los tantos éxitos bursátiles de Ackman. Hasta que en enero de 2013, el gran inversor activista de Wall Street, Carl Icahn, compró una participación en Herbalife, disparando el precio de la acción un 13%. Las tensiones entre ambos crecieron, hasta el punto de mantener un intenso debate público en la cadena CNBC. La confrontación entre Ackman y la empresa llegó incluso a ser retratada en un documental, Betting on Zero.

La imagen pública de la compañía quedó muy dañada, pero sus ingresos siguieron aumentando. Con el paso de los años, Ackman comprendió que el gran derrumbe bursátil de Herbalife no se iba a producir. Especialmente, después de que en 2017 las acciones se disparasen un 51%. Finalmente, optó por vender su participación y aceptar las pérdidas.

 

Tesla

Cuando salió a bolsa en 2010, a 17 dólares por acción, Tesla era una empresa relativamente poco conocida. Pero eso estaba a punto de cambiar. En otoño de 2013, los títulos ya cotizaban a 194 dólares, un rally alcista que muchos fondos consideraron injustificado. Especialmente, aquellos con una visión tradicional de la industria automovilística, que consideraban que un mundo repleto de coches eléctricos o vehículos autónomos eran fantasías de ciencia ficción.

Los ataques bajistas no tardaron en llegar, con la esperanza de que Tesla se desinflara en bolsa. Sin embargo, estas inversiones demostraron ser catastróficas en 2020, cuando el precio de la acción llegó a situarse puntualmente por encima de los 800 dólares. Dos tercios de las posiciones cortas se cerraron durante el pasado año. Según estimaciones de la CNN, los fondos bajistas registraron pérdidas superiores a los 40.000 millones de dólares en 2020, una cifra muy superior a la capitalización bursátil de BBVA.

 

Volkswagen

En 2008 las firmas de análisis coincidían en que las acciones de Volkswagen cotizaban a un precio demasiado elevado, y que la tan esperada OPA de Porsche no terminaría de materializarse. Muchos fondos bajistas apostaron en contra de este valor, creyendo que la caída bursátil era inevitable. Sin embargo, dos fenómenos imprevistos convirtieron lo que parecía una apuesta segura en una desastrosa inversión.

En el mercado no había demasiadas acciones disponibles con las que negociar, ya que los dos grandes accionistas (el gobierno alemán y Porsche) no estaban dispuestos a alquilarlas. Eso obligó a recurrir al inversor minorista, recurriendo a intermediarios como Lehman Brothers. Sin embargo, en septiembre de 2008, su inesperada quiebra provocó el pánico entre los fondos bajistas. Temiendo que se les pudiesen solicitar las acciones de inmediato o que la exposición a Lehman les afectara de algún modo, los fondos bajistas entraron en pánico y recompraron acciones. De este modo, Volkswagen se revalorizó mientras el mercado caía.

Pasado el susto inicial, los fondos decidieron retomar sus posiciones cortas, y la acción volvió a caer. Hasta que a mediados de octubre, se produjo el desastre. Aprovechando un vacío legal, Porsche anunció que ya había superado el 35% del capital, que había comprado opciones para hacerse con otro 35% de los títulos y que, a efectos prácticos, controlaban la compañía. El pánico terminó de desatarse entre los fondos bajistas, ya que las posiciones cortas ascendían al 13%…  y en cuanto Porsche ejerciera sus opciones, solo quedaría libre un 10% del capital.

Los fondos tuvieron que recomprar a cualquier precio. En dos días, la acción se disparó más de un 400% y Volkswagen llegó a ser puntualmente la mayor empresa del mundo por capitalización bursátil. Los bajistas llegaron a perder toda una fortuna. El caso más trágico fue el de multimillonario alemán Adolf Merckle, que antes del desastre figuraba como la 94ª fortuna del mundo en la lista Forbes y que lo perdió todo, incluida su vida, ya que se suicidó pocos meses después.

 

GameStop

El caso más reciente de Short-Squeeze es el de GameStop, que en cuestión de días pasó de ser una empresa relativamente desconocida a ser el foco de todas las miradas. Al más puro estilo de la historia de David contra Goliath, la comunidad de inversores de la red social Reddit se organizaron para combatir a los fondos bajistas. El resultado: la cotización se disparó de la noche a la mañana en un 1.700%, cuando los bajistas se vieron obligados a recomprar las acciones a cualquier precio para hacer frente a la avalancha de órdenes de compra.

La cotización volvió a hundirse pasados unos días, pero la empresa volvió a ser noticia en las últimas semanas, ya que sus acciones llegaron a dispararse un 175%.

 

Artículos relacionados