TLCAN: El descubrimiento de la lentitud

TLCAN

Por Ramón Casilda, profesor del Instituto de Estudios Bursátiles.

El descubrimiento de la lentitud: es lo que están experimentando los negociadores del TLCAN, cuya sexta ronda se llevo a cabo en Montreal del 23 al 29 de enero. La séptima, tendrá lugar en México DF del 26 de febrero a 6 de marzo. El tiempo apremia y las resoluciones también, pues hasta la fecha, lo que se dice avanzar, no se ha avanzado. Los temas que pueden acelerar la negociación no se plantean a fondo.

Así lo expresó, Robert Lighthizer, representante comercial de Estados Unidos, calificando las propuestas de México y Canadá como inadecuadas y, en algunos casos, contrarias a las demandas estadounidenses. “Esta sexta ronda fue un paso hacia adelante, pero estamos progresando lentamente. Le debemos a nuestros ciudadanos, que están viviendo una situación de incertidumbre, un progreso mucho más rápido”. En el mismo sentido se expresó el secretario de Economía de México, Ildefonso Guajardo, “los tres países se encuentran en un mejor momento negociador y el progreso realizado hasta ahora se encamina a poder aterrizar los temas y concluir el proceso”.

Hasta ahora, los negociadores han logrado concluir tres capítulos: pymes, competencia y anticorrupción.

Adicionalmente, concluyeron el anexo sectorial sobre tecnologías de la información y comunicación, y se encuentran por terminar las negociaciones en los anexos de productos farmacéuticos y químicos, y tres capítulos de los veintiocho que se están negociando presentan un avance importante y se cerrarían en la séptima ronda. Otros sobre telecomunicaciones, comercio digital y medidas sanitarias y fitosanitarias, han avanzado mucho y se confía que puedan concluirse en la próxima ronda; mientras que aduanas y facilitación del comercio incluirán nuevas normas vinculantes y están redactadas a un nivel superior del lo- grado en el marco de la Organización Mundial del Comercio y mucho más alto que en el TPP.

Entre los datos adversos, resalta el choque de EEUU con Canadá. Chrystia Freeland, ministra de Relaciones Exteriores canadiense, defiende que sus propuestas sobre las reglas de origen buscan beneficiar a la región, intentando no arruinar las cadenas logísticas transfronterizas y su impulso a la competitividad. De manera que Canadá no desea debilitar la competitividad de Estados Unidos, sino más bien fortalecerla.

No opina así Lighthizer, quien señaló que la propuesta en materia de reglas de origen llevaría a una menor generación de empleo en los tres países. “Nos parece que las reglas del sector automotriz, como se presentaron por parte de Canadá, pueden conducir a menos contenido regional del que tenemos ahora, lo cual significaría menos trabajo en EEUU, Canadá y posiblemente México, así que tendríamos lo opuesto de lo que estamos tratando de lograr”.

En el inmediato horizonte y cada vez más, se abre paso la idea de que las negociaciones se extiendan más allá de la última ronda prevista para finales de marzo en Washington, lo que introduce aun más incertidumbre a los ciudadanos, y también a las empresas, cuyos planes de producción, expansión e inversión se ven afectados. Y es que los tres países, tienen en su calendario político diversas citas, que pasan por elecciones generales en México (julio), legislativas de medio término en Estados Unidos (noviembre) y locales en Canadá (Toronto, Ontario, Quebec, entre otras). Todo ello, hace pensar que la idea de que las negociaciones se extiendan hasta 2019 gana terreno.

A todo esto, recuérdese que el TLCAN adquiere una alta relevancia histórica, porque nunca antes dos naciones desarrolladas habían firmado ese tipo de acuerdo con un país en vías de desarrollo en un área de libre comercio, sobre bases de plena reciprocidad. Contenía, por tanto, una reversión extraordinaria de la sabiduría convencional de la teoría de la integración económica que se adoptó desde 1950, que asumía que las áreas de libre comercio entre los países desarrollados y en desarrollo no serían del interés de los últimos.

De manera que el TLCAN estableció el acuerdo regional más ambicioso, después de la Unión Europea, para la liberalización e integración del comercio y la inversión entre países miembros del GATT, estableciendo de esta manera, lo que por entonces resultaba ser la segunda área de libre comercio más grande del mundo, siendo la primera la Unión Europea. Los objetivos del Tratado se limitaban a una zona de libre comercio en bienes y servicios, sirviendo como modelo para posteriores acuerdos de Estados Unidos, como los que firmó con Chile (2003), América Central (2004), Perú (2006) y Colombia (2008).

Así que los negociadores están descubriendo la lentitud que impone la negociación. Cuando dieron comienzo en agosto de 2017, se confiaba en la celeridad, ya que concluiría en diciembre de 2017. Seguramente, no tuvieron en cuenta que las negociaciones del TLCAN tardaron cuatro años, desde 1988 hasta 1992, y los gobiernos de EEUU, Canadá y México lo ratificaron en 1993, convirtiéndose en ley el 1 de enero de 1994.

 

Tribuna publicada en El Economista