Por Ramón Casilda, profesor del IEB.
América Latina, percibe desde octubre de 2016, que las perspectivas de las economías más avanzadas para 2017-2018 mejorarían, lo cual supone un mayor crecimiento en EEUU, Europa y Japón, junto con un cierto repunte en las manufacturas y el comercio. Para el FMI, los pronósticos de crecimiento mundial se sitúan en el 3,6 para 2017 y 3,7% para 2018.
De manera que la región, se ha favorecido por la mejora de un entorno externo más favorable que ayuda a la recuperación. La demanda mundial está fortaleciéndose y las condiciones financieras internacionales son más laxas, que también benefician. Al mismo tiempo, la inflación se modera en muchos países a medida que los efectos de las depreciaciones cambiarias sobre los precios internos disminuyen, aunque algunas monedas se aprecian, si bien, se observa que la holgura económica (la cantidad de mano de obra y capital que permanece inactivo) continúa. Sobre la inflación se espera que a nivel regional cierre en 4,2% en 2017 (desde su máximo de 6,2% en 2015) y se aproxime al 3,5% en 2018.
Por todo lo cual, la economía latinoamericana registro en 2017 un aumento del 1,2% y para 2018 las proyecciones apuntan a un 1,9% (FMI. Las Américas, octubre 2017). Ahora bien, riesgos políticos e incertidumbre planean sobre 2018, debido a las elecciones que se llevarán a cabo en varios países durante los próximos 12 a 18 meses. Un riesgo clave, se identifica con la incertidumbre que existe sobre la orientación política que se adoptaría después de las elecciones. En particular, el riesgo de que se adopten agendas populistas y se retroceda en las reformas y en el ajuste en curso, podría reducir el optimismo y la naciente recuperación económica.
Recuperación económica que CEPAL proyecta con más vigor, según se recoge en su informe: Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2017. Para 2017, estima que se creció un 1,3% y en 2018 se logrará un 2,2. Coincide en que la actividad se dará en un contexto internacional más favorable. Según el informe, se espera que durante 2018, la economía mundial se expanda a tasas cercanas a las de 2017, en torno al 3% y que exista un mayor dinamismo relativo de las economías emergentes frente a las desarrolladas. En el plano monetario, considera que se mantendrá una situación de amplia liquidez y bajas tasas de interés internacionales. Adicionalmente, la demanda interna jugará un papel importante en la aceleración del crecimiento, aunque con diferencias entre componentes. El consumo privado sigue siendo un motor de la demanda interna, pero en 2018, destacará el mayor aporte de la inversión, producto de la recuperación de la formación bruta de capital fijo. Durante 2018 el crecimiento se explicará en parte por el mayor dinamismo económico de Brasil que crecerá un 2% (comparado con el 0,9% de 2017). Además, varios países que estaban creciendo a tasas moderadas tendrán una aceleración de la actividad económica, por ejemplo Chile; en 2017 registró el 1,5% y en 2018 llegará al 2,8%; Colombia, de 1,8 a 2,6%; y Perú, de 2,5 a 3,5%.
En América Latina, Panamá será la economía que se anotará la mayor tasa de expansión (5,5%), seguida de República Dominicana (5,1%), y Nicaragua (5%). Cuba, Ecuador y Venezuela marcarán cifras negativas de -1, -1,3 y -5,5%, respectivamente, mientras que el resto de las economías de América Latina crecerán entre 2 y 4%.
El Banco Mundial en el informe: Perspectivas económicas mundiales 2018 (enero, 2018), indica que el crecimiento de la economía mundial se acercará al 3,1%, después de un 2017 mejor de lo previsto, dado que continuará la recuperación de la inversión, las manufacturas y el comercio. El informe proyecta que en las economías avanzadas el crecimiento se moderará ligeramente hasta el 2,2% a medida que los bancos centrales eliminen de forma gradual las iniciativas adoptadas después de la crisis, y el repunte de las inversiones se normalice. En las economías emergentes y en desarrollo, el crecimiento se consolidará hasta situarse en el 4,5%, dado que la actividad de los países exportadores de materias primas continuará recuperándose.
Para América Latina el pronóstico es que se expanda en 2017 un 1,2% y para 2018 avance hasta el 2,1%. Según los cálculos, el crecimiento cobrará impulso a medida que la inversión y el consumo privado se consoliden, en particular en las economías exportadoras de commodities. No obstante, la intensificación de la incertidumbre normativa, los desastres naturales, el incremento en el proteccionismo comercial de Estados Unidos o un mayor deterioro de las condiciones fiscales de los propios países podrían desviar el curso del crecimiento. La previsión del informe es que el crecimiento en Brasil tendrá un repunte hasta el 2% y México lo hará hasta el 2,1%. Ambos países, como primera y segunda economía regional, son muy importantes para el fortalecimiento del crecimiento.
El panorama general de los distintos informes coincide en que tanto Argentina como Brasil están saliendo de una recesión, México continuará creciendo y América Central y el Caribe crecerán de forma más rápida. Sin embargo, los seis años de desaceleración han tenido un impacto negativo en los puestos de trabajo y en el ingreso familiar: la desigualdad ya no está cayendo, el crecimiento de la clase media se ralentizó y prácticamente el 39% de los latinoamericanos sigue siendo vulnerable a una recaída en la pobreza, según se recoge en el informe del Banco Mundial.
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