Rodrigo García de la Cruz es profesordel Executive Master en Dirección de Entidades Financieras del IEBLa semana pasada se presentó en Bruselas el plan reestructuración de las entidades nacionalizadas, aprobado también por la Comisión Ejecutiva del Banco de España. Este plan tiene como objetivo vender dos entidades antes del 2017, Catalunya Caixa y Novagalicia Banco, pues el Banco de Valencia ya ha sido vendido a CaixaBank la semana pasada, y dejar a Bankia que siga de forma independiente.Todo estos pasos han sido los necesarios para que Bruselas pueda liberar los 37.000 millones de euros previstos en el rescate al sector, repartidos en 18.000 millones euros para Bankia, 9.080 para Cataluña Caixa, 5.425 para Novagalicia Banco y otros 4.500 para el Banco de Valencia. Pero me voy a centrar en la reestructuración de Bankia, por ser la única entidad que va a permanecer independiente en los próximos años. Y los retos no son baladíes, pues reducir el aproximadamente el 60% de una entidad como Bankia es una tarea bastante compleja. Veamos por donde empezar.Primero se ha estimado una reducción de unas 1.100 oficinas, el 39% de su red, un trabajo muy laborioso si tenemos en cuenta que sería casi equivalente a cerrar el número de oficinas de todo el Banco Sabadell. Esto conllevará directamente una reducción de empleados de 6.000, un número proporcional, ya que en España el número medio de empleados por oficina es de seis. Esto además hará que cada una de las cajas que componen Bankia se focalicen en su zona geográfica, pues la experiencia ha demostrado que su ventaja competitiva está dentro de su radio local de acción, pero cuando se salen de él pierden parte de ese conocimiento teniendo menor control del riesgo otorgado. Todo esto hace que su volumen de activos se vea reducido en casi un 60%, del cual gran parte irá a para al Banco Malo con unos descuentos medios superiores al 50% sobre el valor en libros.Paralelamente deberán realizar dos tipos de desinversiones. La primera es la venta de las participaciones industriales dirigida a conseguir ingresos para reducir la factura pública. La segunda la salida de negocios no estratégicos como son la banca mayorista y de inversión entre otros, para centrarse en el negocio tradicional de prestar a personas físicas.Y por último, habrá que manejar las complicadas quitas en las participaciones preferentes del 39% y en la deuda subordinada perpetua hasta el 46 %, muchas de ellas en manos de pequeños inversores. Animo al lector a seguir de cerca este ejemplo de compleja reestructuración, paradigma de nuestros excesos pasados, y aprovecho para dar muchos ánimos al señor Goirigolzarri para que lo lleve a cabo de la mejor forma posible.
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