La llamada devaluación interna

 José María Revello es Director del Master en Corporate Finance y Banca de Inversión del IEBEn la situación actual que vive España, de decrecimiento continuo del PIB, con el gasto y la inversión pública necesariamente contenidos y a la baja y el consumo privado cayendo, la única alternativa para remontar la crisis es el aumento de las exportaciones.El incremento de las exportaciones exige que nuestros productos sean competitivos, y para ello hay dos soluciones: la más clásica de devaluar la moneda o la otra de perder poder adquisitivo y márgenes empresariales para rebajar por costes y beneficios el precio de nuestros productos. Esta última es la llamada devaluación interna.La devaluación de la moneda para España no es posible pues estamos, para lo bueno y para lo malo, anclados en el euro (personalmente creo que para lo bueno). Además, en mi opinión, una devaluación de la moneda, aunque se tenga capacidad para hacerla, tiene efectos colaterales bastantes perniciosos como es la pérdida de valor de las inversiones extranjeras hechas en la moneda local, que desprestigia al país y coloca a su economía como débil y no fiable, y para los nacionales puede dar lugar a un proceso inflacionario, que sería precisamente el caso de España. Nuestro país tiene una gran dependencia energética del exterior, en el año 2.010 sólo el 26% del consumo total de energía fue abastecido internamente, es decir, fue necesario importar el 74%. Una devaluación encarecería el coste del petróleo, del gas y de sus derivados que originaría una espiral inflacionista.No queda otra solución, por lo tanto, que un proceso de devaluación interna que es el que estamos sufriendo actualmente. Raro es quien no ha sufrido un recorte o congelación de su salario, desde empleados públicos a los empleados de las empresas privadas. Las empresas también están en un proceso continuado de contención y rebaja de sus costes, como el salarial ya comentado o todo tipo de gasto de explotación prescindible o, siendo imprescindible, llevado a mínimos. Muchas empresas, en nuestro ámbito nacional, incluso han asumido contra sus márgenes el incremento del IVA para no perjudicar más el consumo privado.Esta devaluación interna, que muchos interpretamos como el que ahora toca pagar los platos rotos cuando termina la fiesta, está teniendo ya sus efectos positivos, y esperemos que duren. En este primer trimestre de 2.013, España ha logrado su primer superávit comercial (600 millones de euros) con un crecimiento de las exportaciones del 4% y los costes laborales unitarios siguen disminuyendo, trimestre tras trimestre, en relación a la media de la Unión Europea (datos Eurostat) lo que nos hace ganar competitividad.Podríamos concluir que un proceso de devaluación interna recoloca a un país en el concierto mundial de acuerdo a su riqueza, al poder adquisitivo de sus nacionales y al grado de bienestar social que se puede permitir.