Por Aurelio García del Barrio, director del Global MBA con especialización en Finanzas.
El estallido de la pandemia en marzo de 2020 impactó de lleno en el mercado de trabajo español y puso de relieve algunas de las asimetrías existentes entre los hombres y las mujeres, ampliando la brecha en términos de paro y horas efectivas trabajadas, aunque se habría reducido en términos de la tasa de actividad. Faltarían por lo menos 87 años para acabar con la brecha salarial entre hombres y mujeres, según un estudio de los técnicos de Hacienda.
Pero el dato más preocupante estaba en la tasa de desempleo de los menores de 25 años, 30,5% en 2019 y 40,1% en 2020. Las causas de este problema endémico se encuentran principalmente en las crisis de la burbuja financiera y de la pandemia, que han reducido las ofertas de empleo disponible, pero también en las aptitudes de los jóvenes. España es el segundo país de la UE (solo superado por Malta) con mayor tasa de abandono escolar. También la elevada polarización de la educación en España asociada a la reducida apuesta de los jóvenes españoles por la formación técnica que se adquiere a través de la Formación Profesional.
El comportamiento de la tasa de paro de los jóvenes es inversamente proporcional al nivel de formación alcanzado por cada uno de ellos. Se puede observar cómo la tasa de paro se duplica en los jóvenes con niveles de formación básicos y, por el contrario, se reduce notablemente en aquellos jóvenes con un nivel de educación superior. Además del crecimiento de la tasa de paro juvenil, ha generado un incremento considerable del tiempo que tardan los jóvenes en encontrar un puesto de trabajo.
El desempleo de larga duración, de más de un año, constituye uno de los aspectos que más inciden al definir la vulnerabilidad ante el empleo entre la juventud.
Y este jueves el INE publicaba los datos de la EPA, registrando una tasa de desempleo en 2021 de un 13,3%. El año 2021 se ha saldado con la creación de 840.700 puestos de trabajos en España hasta llegar a los 20.184.900 ocupados, pero eso no ha impedido que el número de parados que hay en el país siga siendo de 3.103.800 a cierre del cuarto trimestre, pese a bajar en el año en 616.000 personas.
Si bien el dato es positivo, desde la perspectiva que se ha reducido la tasa de desempleo en 2,83 puntos, el problema mencionado anteriormente persiste ya que, en esa creación de empleo, la ocupación baja entre los menores de 25 años (con 75.300 ocupados menos de 20 a 24 años y 61.600 menos de 16 a 19 años).
La Encuesta de Población Activa es un estudio estadístico destinado a capturar datos sobre el mercado de trabajo, que se utiliza para calcular la tasa de desempleo, y todos los estados miembros de la Unión Europea están obligados a llevar a cabo una encuesta de población activa cada año, donde con el objetivo de poder comparar los mercados laborales de los distintos países de la UE, la Comisión Europea exige uniformidad en los procedimientos de recogida y tratamiento de datos entre los estados, habiendo para ello, regulado dicho procedimiento.
Trabajo por hacer
Veníamos de una tasa de desempleo del 13,8% en 2019, empeorada en el 2020, debido a la pandemia, 16,1%. En estas tasas de desempleo se observaba ya una disparidad entre hombres y mujeres, el desempleo en hombres estaba en 12,2% y 14,2% en estos años, mientras que el de las mujeres se situaba en 15,6% y 18,3% en el mismo periodo.
En definitiva, todavía mucho trabajo por hacer para reducir la tasa de desempleo, que sigue siendo la más alta de Europa, junto con Grecia, doblando la media de los 27 países.
Y sin olvidarnos de que nuestro desempleo tiene altos componentes estructurales que actúan como rémoras.
Tribuna publicada en El Economista.
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