Educación financiera en la era de la IA: la tecnología ayuda, pero el criterio lo pones tú

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Por Joaquín Danvila, profesor del IEB.

Un año más celebramos el Día de la Educación Financiera, ya en su undécima edición. Bajo el lema Infórmate, Planifica y Decide, reguladores y asociaciones nos unimos para impulsar una asignatura imprescindible: aprender finanzas. En un mundo donde la tecnología borra fronteras y transforma reglas, hábitos y formas de estudiar, la educación financiera se vuelve más necesaria que nunca.

En este contexto surgen preguntas clave: ¿cómo está cambiando la inteligencia artificial nuestra relación con el dinero? Hoy usamos apps que hacen presupuestos de forma automática, bancos 100% digitales sin cajeros físicos e incluso bots que invierten por nosotros. Para nuestra generación esto significa un cambio profundo: la IA está redefiniendo la forma en que actuamos, decidimos y gestionamos nuestras finanzas.

Hace no tanto, llevar las cuentas significaba abrir una libreta o un Excel, revisar gastos y hacer cálculos manualmente. Hoy esas tareas se automatizan casi por completo. Pero lo importante no es la operativa, sino la toma de decisiones basadas en datos. Por eso en los programas de estudio del IEB hemos incorporado módulos sobre el uso de IA y tecnología en finanzas: como apoyo al criterio profesional, nunca como sustituto.

Hoy contamos con apps que clasifican gastos al instante, bancos completamente digitales y asesores financieros virtuales capaces de diseñar carteras de inversión en segundos. Para todas las generaciones —y especialmente para los más jóvenes— esto supone dos grandes implicaciones: una oportunidad y un reto.

Por un lado, la tecnología abre una oportunidad inédita: nunca fue tan fácil acceder a herramientas que antes estaban reservadas a grandes patrimonios o corporaciones. Hoy cualquiera puede invertir desde su móvil con costes mínimos. La inversión se ha democratizado y con ello han surgido posibilidades enormes.

Por otro, el reto es claro: parece obvio que, si delegamos todo a la tecnología sin entender cómo funciona, corremos el riesgo de perder el control. Saber interpretar los datos que las apps nos proporcionan, es tan importante como usarlas. La IA no sustituye nuestro criterio; lo potencia si lo sabemos usar bien.

Nuevas habilidades

Si la IA hace cada vez más por nosotros, ¿qué habilidades debemos conservar para no volvernos dependientes? La respuesta es clara: las habilidades financieras básicas siguen siendo insustituibles. La IA puede sugerirnos ahorrar, pero no puede obligarnos ni fijar por nosotros los objetivos. La disciplina, el control del gasto, el hábito de ahorrar y la comprensión del valor del tiempo en el dinero siguen siendo la verdadera base de una buena gestión financiera.

En IEB, esto lo apreciamos perfectamente de cara a las habilidades que se demandan cuando las empresas vienen para captar talento de cara a cubrir sus vacantes con profesionales en el sector, pero también es algo tremendamente relevante de cara a la propia gestión familiar, personal o profesional de los ahorros.

La IA nos libera de tareas mecánicas, pero no sustituye el pensamiento crítico ni los criterios en la toma de decisiones. Por ejemplo, una app puede avisarnos de que estamos gastando demasiado en ocio, pero somos nosotros quienes decidimos cambiar el hábito, e incluso quienes decidimos sobre gustos, obligaciones o necesidades en gran medida.

Una IA o un robot puede sugerirnos una inversión, pero debemos entender el riesgo y nuestros objetivos antes de aceptar, por eso precisamente lo más relevante es tener:

  • Comprensión financiera básica, para leer e interpretar la información que generan los algoritmos y entender bien el funcionamiento de las tomas de decisiones basadas en datos.
  • Pensamiento estratégico, para planificar objetivos a largo plazo y saber tomar decisiones con criterio de futuro.
  • Disciplina emocional, porque la tecnología no controla nuestros impulsos de consumo ni nuestras decisiones cuando hay miedo o euforia en los mercados.

La tecnología es poderosa, pero sin duda también puede ser peligrosa si no se usa con criterio ni conocimientos financieros de base. Lo primero es entender que estas herramientas son eso, herramientas, no magia infalible sino una ayuda para utilizar gran cantidad de datos en tiempo real y optimizar la recopilación de datos útiles en la toma de decisiones. Nuestra recomendación es:

  1. Contrastar la información: no quedarse solo con lo que dice una app o ChatGPT. Buscar siempre fuentes oficiales, supervisores financieros, bancos centrales o plataformas reguladas. Para discriminar de una manera razonable, son imprescindibles los conocimientos y la formación en finanzas.
  2. Evitar el «clic fácil»: muchas fintech ofrecen préstamos en segundos, inversiones «milagrosas» o criptos sin regulación. Es importante en estos casos tener conocimientos y, sobre todo, entender los riesgos que cada acción conlleva.
  3. Formarse constantemente: usar estas herramientas puede ser realmente útil para aprender, no solo para ejecutar. Por ejemplo, pedirle a ChatGPT que te explique conceptos financieros antes de tomar una decisión es muy distinto a pedirle que «invierta por ti».

En resumen, la tecnología amplifica nuestra capacidad… tanto para crecer como para equivocarnos. La diferencia está en el conocimiento y en la base de formación y práctica que hayamos adquirido. La IA puede ayudarnos a identificar oportunidades, pero no puede tomar decisiones éticas, ni entender nuestros valores personales, ni priorizar por nosotros. La inteligencia financiera empieza por los conocimientos y por la formación recibida.

Tribuna publicada en El Economista.