La crisis italiana deja ganadores y perdedores

Italia hierve. Un inconcebible Gobierno, a los ojos de la moderada Europa, tomó las riendas del país. El Movimiento 5 Estrellas (M5S), formación antisistema que lidera Luigi di Maio, y la ultraderechista Liga Norte de Matteo Salvini hicieron valer su apoyo mayoritario en las elecciones generales del pasado 4 de marzo para conformar una alianza gubernamental con Giuseppe Conte a la cabeza. Un jurista bajo sospecha de haber falseado su currículum, sin experiencia política, que se ha prestado a pilotar, teledirigido por sus mentores, la desafiante nueva etapa de la tercera economía de la zona euro. ¿Cómo se ha llegado hasta aquí?

“Es un voto  muy emocional, de protesta y de pesar. Hay miedo a un entorno cambiante. La certeza de prosperidad que se había construido en la postguerra, y que permaneció durante las siguientes décadas, es muy difícil de sostener. La última crisis económica ha sido intensa, aunque menos drástica que en España. Pero el deterioro de Italia venía de muy lejos, se distribuye a lo largo del tiempo. Los italianos llevan veinte años con sensación de que la calidad de vida se está deteriorando, desde un nivel más alto que el español. Forma parte de la naturaleza humana revolverse ante la pérdida. Cuando alguien viene con la varita mágica es un discurso que cala. En este contexto, el populismo ha campado a sus anchas”, explica a Forbes Roberto Sabina, profesor del IEB.

El camino de salida parece estar lleno de obstáculos y dificultades. “Hay que aceptar la realidad: la posición de potencia económica no va a volver, y la realidad económica tiene consecuencias sociales”, asegura Sabina.

 

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