Acelerar la digitalización requiere evaluar nuestras capacidades y definir una estrategia

Por Adolfo Ramírez, asesor en transformación digital y profesor del PD en Innovación Digital y Fintech.

La crisis sanitaria no puede llevarnos al caos.

El estado de alarma está provocando la aceleración de la digitalización de un buen número de empresas de todos los tamaños y sectores que, no habiendo realizado sus deberes digitales con anterioridad, y han tenido algunos años para hacerlo, se han visto abocadas a un cierto caos digital. Hemos podido ver departamentos de sistemas y de compras desbordados, realizando ingentes compras de PC para sus empleados y configurando a toda velocidad unos mínimos protocolos de seguridad.

Lógicamente, en estos casos, la productividad obtenida a corto plazo será mínima, pues no cuentan con los procedimientos básicos para organizar el trabajo en remoto. Teletrabajar no es realizar videoconferencias a distancia (aunque realices muchas al día), teletrabajar es tener los procesos digitalizados y, por lo tanto, poder realizar las operaciones, las gestiones y la toma de decisiones en remoto.

Los niveles directivos deben ser conscientes de que estamos en una dinámica peligrosa de digitalización de los procesos sin mayor reflexión. Es loable intentar minimizar el impacto que la crisis pueda tener en los negocios, pero aun así deberíamos:

  • Reflexionar antes de adoptar cualquier decisión. No ejecutemos el primer impulso y, si es posible, contrastemos la decisión. Hoy son innumerables los sitios en Internet en los que se puede acceder a consejos y opiniones de valor que pueden evitar más de un error.
  • Digitalizar no es transformar. Transformar implica evaluar y estudiar el modelo de negocio y la estrategia. La transformación digital de las compañías se debe realizar partiendo del entendimiento de la realidad del mercado, de las posibilidades de las nuevas tecnologías y del comportamiento de los consumidores.

Por lo tanto, lo inteligente en estos momentos es, por un lado, mantener la máxima actividad y las relaciones con todos los stakeholders (clientes, empleados, proveedores, etc.) para lo que, seguramente, estemos adaptando procesos e invirtiendo en algunas tecnologías. Y por otro lado, y en paralelo, dedicar todo el tiempo que podamos a revisar la estrategia online con la nueva realidad, que sin lugar a duda se está configurando para la salida de la cuarentena. Es cierto que no conocemos esa nueva realidad, pero se empiezan a vislumbrar algunas características o tendencias; unos escenarios futuros que deberían avanzar acciones estratégicas en el presente:

  • Sistemas flexibles de trabajo. El teletrabajo con escasa implantación en nuestro país (entorno al 7,5% muy por debajo de las prácticas de la Unión Europea), se ha posicionado, bien organizado, como una solución de futuro. Con él crece la productividad, disminuye la contaminación en las ciudades, mejora la conciliación al evitar pérdidas de tiempo inútiles, etc.  Y en sectores como el de salud tendrá un gran impacto, impulsando el desarrollo de la telemedicina.
  • Cambios en los hábitos de consumo. Habrá un incremento exponencial del comercio online, una vez superados los miedos iniciales y mejorados los procesos logísticos de un buen número de organizaciones.
  • Medidas para frenar el cambio climático. La crisis nos ha marcado parte del camino. Seguramente sea el momento de abandonar las medias tintas y ser más contundentes en las medidas desde el origen de los problemas.
  • Menor necesidad de espacios físicos. Y no sólo aquellos espacios asociados a las relaciones con los clientes o consumidores, que tendrán lugar cada vez más en el mundo virtual, sino también los destinados al trabajo en la propia empresa.
  • Redefinición de la formación y la difusión del conocimiento. Excepto en las organizaciones con potentes modelos online, el resto de entidades ha logrado, con mayor o menor ingenio, mantener unos niveles de actividad razonables. Esto les ha permitido mantener la relación con sus estudiantes o asociados. Es evidente que son sistemas en revisión, con una tendencia clara al desarrollo de plataformas de valor añadido en las que la asistencia virtual no sea la excepción.

Por lo tanto, es preciso acelerar la digitalización, sin duda, pero una vez tengamos bien definida la estrategia y evaluadas nuestras capacidades. Como mantiene Antonio Gutiérrez, secretario general de la ONU: “El mundo después del coronavirus será distinto, mucho más digital. Algo claro es que asistimos a una digitalización masiva de las relaciones humanas con la crisis, y eso tendrá un impacto inevitable”. Creo que en el ánimo de todos está el aprovechar esta crisis para regenerarnos y construir un mundo mejor y más humano.

 

Tribuna publicada en Diario Abierto.